La industria es cuatro veces más contaminante que los viajes aéreos. Hacerlo más sostenible es fundamental para proteger nuestra salud y el clima.
Por Zoe Schlanger
Los edificios del futuro se construirán en el sitio, dice Wil Srubar. Estarán hechos de cáñamo, algas o madera especialmente diseñada, o bacterias que pueden realizar la fotosíntesis, como el mortero de cianobacterias que él y su equipo de investigación cultivaron recientemente entre una red de arena y gel a base de agua.
“En mi mundo futuro, no quemaremos piedra caliza para hacer cemento, y no derretiremos arena para hacer vidrio”, dice. En su lugar, los materiales de construcción esenciales podrían cultivarse a partir de bacterias que brillan intensamente (bioluminiscencia) o de líquenes manipulados, de modo que las paredes estén infundidas con las notables propiedades del organismo. Imagine una casa que pueda filtrar el dióxido de carbono del aire o cambiar de color si hay gases nocivos presentes.
Esto puede sonar fantasioso, pero el trabajo ya está en marcha. Srubar, profesor asistente de ingeniería arquitectónica en la Universidad de Colorado Boulder, dirige el Laboratorio de materiales vivos, donde él y sus colegas juegan con bacterias vivas para crear materiales de construcción que crecen por sí mismos.
Srubar creció en las afueras de Houston, en una granja de algodón y un rancho de ganado, “donde las cosas estaban muy vivas”. Los edificios, por el contrario, eran "tan estáticos y sin vida", dice. El horizonte de Houston lo inspiró a convertirse en ingeniero estructural, pero quería hacerlo de otra manera. “¿Por qué no podemos dar vida a los materiales de construcción?” él dice.
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